Para hacernos una idea de la dimensión de este fenómeno, basta con comentar que mientras el incremento de la demanda de pruebas de laboratorio en un centro de alta complejidad es del 2-5% anual para una población estable, en el caso de la genética estamos ante unos incrementos del 200 al 400 % anual en volumen de demanda.

Además del altísimo volumen de demanda, debemos tener en cuenta que los resultados de los diferentes estudios genéticos tienen impacto no solo sobre el propio paciente, sino sobre sus familiares y sobre su futuro, con implicaciones en decisiones reproductivas o de planteamientos de vida, lo que supone una influencia sobre áreas sensibles relacionadas con los valores de las personas o la moral de los grupos sociales.

Esto, unido a las enormes expectativas que suscita la ampliación de las fronteras del conocimiento y la tecnología en las diferentes disciplinas de la genética, constituye sin duda un enorme reto para el adecuado desarrollo de la genética en sus diferentes aplicaciones. Para abordarlo necesitamos apoyarnos necesariamente en otros dos pilares fundamentales: la ética y la bioética asistencial.

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